Morir de risa hace referencia a una muerte provocada por un prolongado e incontrolado ataque de risa. A diferencia de lo que sucede en otros idiomas (por ejemplo en inglés: fatal hilarity), en español no existe un término específico para referirse al fenómeno.
Probablemente el primero en la historia en morir de un ataque de risa fue Calcante, en el siglo XII a. C. Un adivino sentenció que Calcante nunca llegaría a probar el vino de sus uvas. Llegada la vendimia, Calcante invitó a su rival a beber, pero al repetir éste la profecía, Calcante soltó tal carcajada que murió asfixiado.
Se dice que el pintor griego Zeuxis murió de risa en el año 398 a. C. mientras pintaba una escena cómica. Otra variante de la historia narra que murió de risa cuando una anciana le encargó una pintura de Afrodita, pidiendo al pintor que la usara a ella como modelo.
En el siglo III a. C. el filósofo griego Crisipo murió de risa después de darle de beber vino a su burro, y ver como el animal intentaba alimentarse con unos ficus.
Martín I de Aragón murió a consecuencia de una combinación letal de incontrolable indigestión y un ataque de risa en 1410.
De Pietro Aretino "se dice que murió de un sofoco por reírse demasiado." Algunos autores afirman que Aretino murió cuando su hermana le contaba un relato erótico. En ese momento, le entró un ataque de risa que hizo que cayera de espaldas preso de una apoplejía.
Según algunas fuentes el rey de Birmania Nandabayin, en 1599 «se rio hasta morir cuando un mercader italiano que estaba de visita en Birmania, le explicó que Venecia era un estado libre que no tenía rey».
Se dice que en 1660, el aristócrata escocés Thomas Urquhart, primer traductor de Rabelaisal inglés, murió de risa al enterarse que Carlos II de Inglaterra había ascendido al trono.
En 1782, la señorita Fitzherbert sufrió un ataque de risa mientras presenciaba la obra The Beggar's Opera. Cuando Charles Bannister apareció en escena como Peachum, ella tuvo un ataque de risa incontrolable tan fuerte que la tuvieron que sacar del teatro. Continuó riéndose en forma continua durante toda la noche y falleció a la mañana siguiente.
Un ejemplo más reciente, es el caso del cubano Julián del Casal —poeta y escritor del modernismo—. La noche del 21 de octubre de1893, estando en una cena en casa del doctor Lucas de los Santos Lamadrid, murió súbitamente cuando uno de los comensales contó un chiste que le provocó un severo ataque de risa. El ataque de risa fue acompañado de una hemorragia y la mortal rotura de un aneurisma.
El 24 de marzo de 1975 Alex Mitchell, un albañil de 50 años de edad de King's Lynn, Inglaterra, literalmente se murió de risa mientra miraba un episodio de la serie The Goodies. Después de veinticinco minutos de risa continuada, Mitchell finalmente se derrumbo en el sofá y murió como consecuencia de un ataque cardíaco. Su viuda le envió después una carta a los Goodies agradeciéndoles por haber hecho que los últimos momentos de vida de Mitchell hubieran sido tan agradables.
En 1989, el otorrinolaringólogo danés Ole Bentzen murió viendo A Fish Called Wanda. Su corazón, se estima, alcanzó un ritmo de 250 a 500 latidos por minuto, antes de que sufriera un ataque cardíaco.
En el 2003 Damnoen Saen-um, un vendedor de helados tailandés, se murió de risa mientras dormía a la edad de 52 años. Su esposa lo intentó despertar pero no tuvo éxito, y finalmente tras dos minutos de risa continua expiró. Se cree que murió a consecuencia de un ataque cardíaco o por asfixia.
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