Según estos científicos rusos, Mijail Vasin y Alexander Sherbakov, la Luna es un satélite artificial colocado en órbita por seres inteligentes hace miles de años. El tratar de determinar exactamente cuándo se llevó a cabo esta grandiosa obra, quiénes fueron sus autores y cuál fue su finalidad está más allá de la teoría de estos científicos, lo que sí nos dicen, y es de lógica, es que tuvo que ser una civilización muy desarrollada, más desarrollada que la nuestra. Si se va a lanzar un satélite artificial es recomendable hacerlo hueco. Al mismo tiempo sería ingenuo imaginar que alguien capaz de un proyecto espacial de esta categoría lo iba a dejar vacío por dentro. Parece más probable –como afirman Vasin y Sherbakov– que tengamos aquí una nave espacial muy antigua, cuyo interior contenía para las máquinas, materiales y accesorios para los de reparaciones, instrumentos de navegación, equipos de observación y todo tipo de maquinaria...
En otras palabras, todo lo necesario para que esta "carabela del universo" sirviera como una especie de Arca de Noé de la inteligencia, quizá incluso como el hogar de una civilización que se enfrentaba a una existencia prolongada (miles de millones de años) y a largos recorridos por el espacio (miles de millones de kilómetros). Como el diámetro de la Luna es de unos 3.250 kilómetros, si la miramos desde nuestro punto de vista aparece como una esfera con las paredes muy finas. Y, comprensiblemente, no está vacía. Puede tener todo tipo de materiales y equipos en su interior. Pero la proporción mayor de masa lunar está concentrada en la parte central de la esfera, en su corazón, que tiene un diámetro de unos 3.100 Km. Así pues, entre el fruto y la cáscara de esta nuez hay una distancia de unos cien kilómetros.
Este espacio estaba sin duda lleno de gases necesarios para la respiración y para otros fines tecnológicos.
Si nos fijamos en los demás satélites que conocemos, son mucho más pequeños que el planeta alrededor del cual giran: eran planetoides un día atrapados por la gravedad del mismo, o producto del material expulsado por dicho planeta en algún choque con un asteroide. Por el tamaño, nuestra Luna nunca podría haber sido atrapada por la gravedad de la Tierra: es demasiado grande. Debido a eso, la hipótesis comúnmente más aceptada es que la Luna es producto de un hipotético choque entre un planeta, aproximadamente del tamaño de Marte, y la Tierra. El material expulsado de tan violento cataclismo quedó flotando durante millones de años alrededor de la Tierra en forma de anillo (como en Saturno) y, posteriormente, dicho material terminaría agrupándose en lo que hoy constituye nuestro satélite ¿?
El tamaño de la Luna es desproporcionado para un planeta del tamaño de la Tierra.
Hasta aquí una breve introducción de esta hipótesis que trata de explicar los misterios lunares. Pasemos ahora a analizar las bases en la que se sustentan las afirmaciones hechas por Vasin y Sherbakov.
La Luna artificial: una vieja teoría
La idea de la Luna como satélite artificial, propuesta formalmente desde la década de 1960 por los científicos rusos Mijail Vasin y Alexander Sherbakov, abarca ocho grandes enigmas que hacen de nuestra vecina en el cielo un auténtico misterio.
En resumen, las anomalías lunares expuestas por Vasin y Sherbakov se englobaron en los siguientes grupos:
1. Órbita
La relación de tamaños entre la Luna y la Tierra y la órbita exquisitamente circular de esta alrededor de nuestro planeta conforman un acontecimiento físico tan raro que no solo parece provocado de forma artificial, sino que tampoco fue observado en ningún otro punto del universo conocido.
2. Armazón de titanio
Según los parámetros conocidos de la geología, la increíble curvatura de la corteza junto a la bajísima densidad en el interior del satélite, llevan a suponer que la misma no podría sostener su cara externa sin colapsar. Por lo tanto, los científicos supusieron que la Luna debería consistir en una gran esfera de titanio, material hallado en grandes porcentajes en las rocas lunares.
3. Meteoritos incapaces de penetrar el cuerpo
El registro de impactos en la Luna, rico en cráteres de tamaños variados, parece indicar que ningún cuerpo, al igual que la sonda de impacto L-Cross, logra penetrar la corteza selenita.

4. El origen de los mares
El origen de los grandes depósitos de lava sobre la Luna aun carece de toda explicación sólida.
5. Extraños núcleos de atracción gravitacional
La fuerza de gravitación sobre la superficie del satélite no es homogénea. El hecho ya había sido notado por los tripulantes de la expedición Apolo VIII.

6. Baja densidad
Nuestro satélite posee el 60% de la densidad que la Tierra. Esto y varios estudios demuestran su inevitable oquedad. Aun más, varios científicos se han aventurado a postular que dicha oquedad es artificial.
7. Marcada asimetría geográfica
Las diferencias de los accidentes geográficos entre la cara visible y la cara oscura de la luna son llamativas. Mientras en la primera se concentran casi todos los mares, en la cara oculta se encuentran los cráteres, montañas y otros accidentes geográficos.

8. El inexplicable origen de la Luna
De las cuatro teorías expuestas por la ciencia moderna para explicar el origen de nuestro enigmático satélite, ninguna se encuentra exenta de complicaciones lógicas. En cambio, la teoría de la Luna como producto de la inteligencia humana, supondría una suerte de explicación incómoda pero válida.